Con unas maneras más de CEO de una gran multinacional que de diplomático, Sultán al Jaber ha dirigido la cumbre del clima de Dubái, la COP28, hacia lo que algunos países y él mismo han denominado un acuerdo histórico. A pesar de lo manoseado de ese adjetivo, es cierto que en las últimas tres décadas de negociaciones climáticas no se había conseguido poner el foco en el origen de esta crisis: en los combustibles fósiles. Pero de Dubái los representantes de los casi 200 países que participan en estas conferencias se marchan con un texto consensuado en el que se hace un llamamiento a acometer una transición para “dejar atrás los combustibles fósiles”. Y esto hace solo un mes parecía ciencia ficción.
No es un texto lo suficientemente ambicioso como muchas naciones querían. Pero en el lado contrario a esas ambiciones estaba la oposición abierta y frontal de varios países petroleros, encabezados por Arabia Saudí, y la propia OPEC, que han expresado en varias ocasiones su rechazo a cualquier mención a los combustibles fósiles.
Pero en esta cumbre presidida por Al Jaber se ha conseguido encontrar, para sorpresa de muchos, el punto medio entre dos posiciones realmente distantes y este pasa por una inesperada llamada a dejar atrás los combustibles fósiles.
Pero, ¿quién es Al Jaber? Pues, teóricamente y si se mira rápido su currículum, este magnate del petróleo debería ser considerado como uno de los diablos de la lucha contra el cambio climático. Porque, además de ministro de Industria de su país, es el consejero delegado de ADNOC (Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dabi), la octava petrolera del mundo.
De hecho, cuando se conoció que él presidiría la cumbre a principios de este año, 450 organizaciones ecologistas enviaron una carta al secretario general de la ONU, António Guterres, en la que le pedían que no permitiera ese nombramiento (algo que no está en su mano porque son los países de cada región los que designan la sede de cada COP, y esta tocaba en la región de Asia). “Ninguna COP supervisada por el ejecutivo de una compañía de combustibles fósiles puede considerarse legítima. Las presidencias de las COP deben estar libres de toda influencia de las compañías de combustibles fósiles”, decía ese escrito que ha envejecido bastante mal.
Pero, cuando hace un año empezaron a surgir las críticas, John Kerry, el enviado especial contra el cambio climático de EE UU y uno de los arquitectos del Acuerdo de París, salió en su defensa. El político estadounidense recordó que Al Jaber era “un diplomático y empresario experimentado”, con varias cumbres ya a sus espaldas. Kerry incidió también en que, además de ser el máximo responsable de la petrolera pública de Emiratos, es el presidente de Masdar, una empresa igualmente estatal y dedicada solo a las energías renovables.
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A Al Jaber, que no forma parte de la familia real de su país, se le encargó allá por los inicios de los años 2000 que diversificara las inversiones energéticas de su país, que hasta entonces dependía exclusivamente del petróleo y el gas. Y se le puso al frente de Masdar. Una de sus primeras inversiones fue en España, en tecnología termosolar. Fueron unas inversiones que se vieron afectadas por los recortes de las primas impuestas por el PP a comienzos de la década pasada y que han llevado a Emiratos a pleitear con España. Hasta que el actual Gobierno propuso hace un par de años una salida a los fondos internacionales afectados por aquel recorte.
Pero, a pesar de esta otra parte del currículum, las dudas y las sospechas seguían flotando en el aire. Se acrecentaron más cuando, unos días antes de comenzar la cumbre, la BBC publicó una serie de documentos que apuntaban a que la presidencia de la COP podría aprovechar esta cita para intentar expandir sus negocios, algo que contravendría claramente las reglas de la ONU para estas cumbres. “No puedo creer que sea cierto”, fue la respuesta que dio António Guterres cuando se le interrogó por este asunto.
Finalmente, en la conferencia previa al arranque de la cumbre, celebrada el miércoles 29 de noviembre, Al Jaber respondió a estas informaciones. “Son falsas, no verdaderas, incorrectas y no son precisas”. Y añadió: “¿Piensan que Emiratos Árabes Unidos o yo mismo necesitamos la COP o la presidencia de la COP para establecer acuerdos comerciales o relaciones comerciales?”.
Los ánimos se apaciguaron algo, pero los combustibles fósiles estaban en el foco de las negociaciones como nunca había ocurrido. “No podemos salvar un planeta en llamas con una manguera de combustibles fósiles”, avisaba en la apertura de la cumbre Guterres.
Pero, de nuevo, saltó la polémica. The Guardian difundió a mitad de la cumbre una charla en la que Al Jaber introducía dudas sobre si es imprescindible acabar con los combustibles fósiles para cumplir el objetivo más ambicioso del Acuerdo de París, que el calentamiento se quede por debajo de los 1,5 grados. Además, en esa charla grabada unos días antes del arranque de la COP28, empleaba un argumento que lleva años usando la industria fósil: la amenaza de las cavernas si se eliminan completamente los combustibles fósiles. “Por favor, ayúdenme, muéstrenme la hoja de ruta para una eliminación gradual de los combustibles fósiles que permitirá un desarrollo socioeconómico sostenible, a menos que quieran llevar al mundo de nuevo a las cavernas”, sostenía en esa conversación en la que le recordaba a su interlocutora que él era “el hombre” al mando de la COP.
Al Jaber tuvo que salir de nuevo al paso en una conferencia de prensa para recalcar que “es inevitable la eliminación progresiva de los combustibles fósiles”, algo que también decía en la contradictoria charla difundida por The Guardian. El presidente de la COP28 ya empleaba reiteradamente un lema que ha repetido hasta el final: esta era una cumbre histórica porque su presidencia había llevado hasta el final de los textos las menciones a los combustibles fósiles.
Se ha rodeado Al Jaber de un potente equipo de expertos y antiguos negociadores climáticos con mucha experiencia en las cumbres. El equipo estaba encabezado por el anterior máximo responsable de la Agencia Internacional de las Renovables (Irena, sus siglas en inglés), Adnan Amin, que ha sido el consejero delegado de la COP28. Por cierto, ¿dónde está la sede de Irena? En Adu Dabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos. El país apostó fuerte para quedarse con esa sede, de nuevo, en su estrategia por intentar diversificar sus inversiones y fuentes de ingresos.
Pese a las polémicas, la cumbre arrancó con una buena noticia: se acordó la puesta en marcha del fondo de pérdidas y daños para los países más vulnerables.
Pero eso no hizo que los combustibles fósiles dejaran de estar en el centro de esta COP28, al revés, el foco estaba cada vez más puesto ahí. Hasta que el lunes la presidencia presentó un borrador de acuerdo, con un lenguaje no muy crítico contra los combustibles fósiles, que hizo que los ecologistas y muchos países atacaran con dureza el texto. La presidencia de la COP28 salió al paso para asegurar que era un punto de partida y ahora ya sabían las líneas rojas de cada uno.
Las negociaciones continuaron, el texto se endureció y, finalmente, para sorpresa de muchos, se ha aprobado en esta cumbre de Dubái el primer llamamiento a dejar atrás los combustibles fósiles. “Es un tipo muy listo”, reconoce un negociador que lleva años coincidiendo con Al Jaber en las cumbres. “Y quizás es de los presidentes que más saben de los temas que son sustanciales en una COP”, añade. Seguramente, porque tiene una pata puesta en el sector fósil y otra en las energías renovables.
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