España va camino de la descristianización. Los datos sociológicos así lo señalan —en 25 años los católicos han pasado de ser más del 73% de la población al 44% en 2023, según un estudio de la multinacional de investigación de mercados Ipsos—, y ya lo admite la Asociación de Propagandistas Católicos (ACdP), que asegura que la pérdida de creencias de la sociedad española está llevando a un mundo desmoralizado donde “es lógico que se desvanezcan todos aquellos fundamentos éticos, morales y religiosos”. Este ha sido uno de los puntos clave del manifiesto que pone fin al 25 Congreso de Católicos y Vida Pública organizado por la ACdP y la Fundación Universitaria San Pablo-CEU para tratar la situación del catolicismo español.
Con el nombre de Vivir, compartir, anunciar. Evangelizar y tras tres días de ponencias, los propagandistas católicos anuncian con sabor a derrota que España ya no es católica y exhortan con esperanza a los laicos para que se hagan cargo de la evangelización de la sociedad. “Es nuestro deber desenmascarar y generar una reacción social ante la incorporación cada vez más evidente de opciones políticas e ideológicas en la normativa educativa y en el ámbito escolar, no consensuadas socialmente ni elegidas por los padres ni por los centros”, apunta el escrito.
Entre las causas, los propagandistas destacan el “ataque contra la libertad de enseñanza” del sistema educativo actual, que ”supone una intromisión acrítica a los alumnos y un adoctrinamiento que vulnera el principio de neutralidad de los poderes públicos”. Para el ponente Juan Arana, catedrático Filosofía de la Universidad de Sevilla, hay una crisis de fe y de vocaciones, lo que ha llevado a la religión y a los cristianos españoles a una situación “cada vez más marginal”.
La solución, incidió Arana durante su ponencia, es que los laicos deben asumir su responsabilidad, como creyentes y evangelizadores, en la vida pública que hasta ahora había dejado en manos de los clérigos. Ante la difícil remontada de los católicos, el manifiesto vislumbra un reto y una oportunidad para su renovación. “Es el momento de compartir, de seguir adelante con estas iniciativas que nos dan un espíritu claro de comunidad”, dijo el presidente de la ACdP, Alfonso Bullón de Mendoza, también director del diario El Debate.
Pese a la realidad de los datos de la secularización española, el evento de este año ha batido el récord de inscritos: más de 1.400, según fuentes de la organización, tanto presenciales como en línea. Un 40% más que el año pasado. La celebración ininterrumpida de estas jornadas, incluso durante la pandemia, permite medir a lo largo del tiempo la percepción que tienen los católicos de su papel en la vida pública y en las instituciones. Al menos, la del sector tradicionalista de la Iglesia. La ACdP es conocida por su postura ultraconservadora. El año pasado lanzó una campaña contra el derecho al aborto en 33 ciudades españolas e instaló en las marquesinas de las paradas de autobús y metro carteles que animaba a los católicos a rezar frente a las clínicas abortivas.
Prueba de su cercanía al lado más cerrado de la Iglesia han sido las constantes alusiones durante las ponencias al difunto papa Benedicto XVI y un silencio casi absoluto sobre el papa Francisco y sus políticas aperturistas. Un ejemplo: el día de la inauguración del congreso, el cardenal ultraconservador Antonio María Rouco Valera, arzobispo emérito de Madrid, arremetió durante su discurso contra la ley trans: “¿Qué se les enseña ahora a los niños? Hombre, no se les enseña a ser ateos. Pero se les dice que eso de ‘ser hombre’ es una cosa de ellos”. Tres días después, Francisco publicó un documento en el que aprobaba el bautismo de personas trans y también que puedan ser bautizados.
La constante conservadora ha marcado siempre los congresos de los propagandistas católicos, pero este año se ha abierto hacia un colectivo en el que deposita su esperanza: la nueva juventud católica, en apariencia más abierta y que utiliza otros canales para difundir su identidad cristiana, como las redes sociales. La asistencia ha sido de más de 400 jóvenes, en el centro Sanchinarro de Madrid. Entre los ponentes, ha destacado la presencia de Carlota Valenzuela, una joven que en enero de 2022 decidió peregrinar desde Finisterre (A Coruña) hasta Jerusalén (Israel) y contó todo a través de una cuenta de Instagram. Para ella fue una llamada de Dios. “Estamos viviendo un momento histórico del resurgir de una fe muy viva y con mucha fuerza. Hay gente que dice: ‘La juventud está muy mal’. Yo pienso todo lo contrario. Estamos viviendo un momento de renovación a una fe muy sana, liberada de complejos, de vuelta a las raíces”, comenta Valenzuela.
Un congreso marcado por la agenda política
La atmósfera del congreso ha estado empapada por la situación política española. Días antes de que comenzara la jornada de ponencias, el director del congreso, el historiador Rafael Sánchez Saus, advirtió, en referencia a la ley de amnistía, durante un almuerzo con periodistas que “un católico debería estar muy preocupado por la grieta que se está abriendo en España”. El exministro del Interior del PP y miembro de la asociación católica Jaime Mayor Oreja siguió en esta misma línea discursiva el viernes y afirmó que España atraviesa una situación “muy difícil” a consecuencia de la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. “Estamos en caída libre. Significa que tiene una vocación suicida. ¿Quién es hoy el Gobierno de España? Los católicos españoles tenemos que saber que esto es una transición y tenemos que hacernos más presentes que nunca”, afirmó el también fundador y presidente de la asociación provida NEOS.
Durante la inauguración del congreso, el cardenal Rouco también hizo comentarios políticos y volvió a atacar la legislación a favor de la eutanasia, la interrupción del aborto, e incluso contra el matrimonio igualitario, opuesto, según entiende la moralidad cristiana, a “la condición del matrimonio y la familia”. Y pidió a los políticos españoles y europeos no inmiscuirse en estos temas. “No se metan ustedes en esto. Dejen a la sociedad. No impongan por la vía de la legislación toda una visión del hombre y de la vida”.
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