El cambio de hora que se producirá este fin de semana regalará 60 minutos extra de sueño a todos los españoles. A las tres de la madrugada serán las dos —excepto en las Islas Canarias, donde a las dos será la una—, lo que implica que amanecerá y anochecerá antes. O lo que es lo mismo: los niños tendrán luz solar en la entrada al colegio y los adultos saldrán del trabajo con el cielo oscurecido. Se recuperará así la hora perdida a finales de marzo, cuando se adelantaron los relojes, en un cambio que tiene lugar en España, desde 1997, el último fin de semana de octubre, cuando los relojes se atrasarán una hora, a las 03.00 serán las 02.00.
El ajuste horario bianual es una medida que no agrada a la mayoría de españoles. Dos de cada tres preferiría acabar con el cambio, según recogió el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en abril de 2023, mientras que el 22% lo mantendría como hasta ahora. Una cifra que coincide con una encuesta promovida por la Comisión Europea y realizada a más de 4,6 millones de personas de distintos países europeos, en la que el 84% de los participantes mostraron su voluntad de dejar de cambiar los relojes.
Aclarada la preferencia de acabar con el cambio horario, las dudas se proyectan sobre cuál de los dos adoptar. El CIS también preguntó por este dilema y recogió que una mayoría similar, del 66% de la población, es partidaria de quedarse con el llamado horario de verano, cuando se hace de día y de noche más tarde, mientras que un 24% de los encuestados se quedaría definitivamente con el de invierno y al resto le es indiferente.
La Comisión Europea lleva intentando poner punto y final al cambio horario desde 2018, cuando se aprobó un proyecto de directiva cuya aplicación prevista era al año siguiente. La Comisión realizó en el verano de 2018 una consulta a través de internet a los ciudadanos de la UE sobre si debía seguir cambiándose la hora dos veces al año. Y un 84% de los votantes de aquella encuesta se mostraron partidarios de contar con un horario fijo. El Ejecutivo comunitario cedió entonces a los Estados la potestad de elegir uno u otro horario, pero estos reclamaron más tiempo para poder estudiar y analizar cuál de las dos opciones les interesaba más. La decisión se pospuso hasta 2021, pero, llegado el momento, la falta de decisión volvió a retrasar los plazos. En España, según se recoge en el Boletín Oficial del Estado, están ya previstas las fechas de cambio en marzo y en octubre hasta 2026.
El problema es que algunas voces advierten de que mantener el horario primaveral y veraniego tiene consecuencias negativas para la salud. Es el caso del presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), César Martín, que aboga por mantener el horario de otoño e invierno durante todo el año. “No tiene sentido que un niño en Galicia entre a su centro escolar de noche y se acueste de día”, ejemplifica Martín, para quien lo ideal sería que España tuviera “el huso horario que le corresponde” por su posición geográfica, una hora menos, al igual que Portugal o Reino Unido. Esta diferencia horaria se produce desde 1940.
Martín justifica la preferencia del horario veraniego reflejada en el CIS por dos motivos: la denominación y la falta de sensibilización desde el punto de vista de la salud. “El término ‘horario de verano’ evoca recuerdos positivos y de descanso”, explica.
Ahorrar energía y adaptar la jornada laboral a las horas solares fueron las razones principales que motivaron el doble cambio de horario anual definitivo en 1974 en España. Antes, desde 1918, ya se había testeado la medida, aunque de manera inconsistente, según recoge el Ministerio de Defensa en un cuadro donde se detallan las fechas exactas de cada cambio. La duda es si estos motivos esgrimidos siguen teniendo vigencia a día de hoy.
El último estudio sobre el ahorro de energía realizado por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) data de 2015. En él se cifraba el ahorro en 300 millones de euros, de los que 90 corresponderían a los hogares españoles. Así pues, cada familia ahorraría seis euros. Aunque fuentes del IDAE han informado a Europa Press de que no existen informes actualizados que permitan asegurar que el cambio de hora lleve asociados ahorros energéticos. Además, añaden que el cambio de hora se aprobó en una época con hábitos de vida distintos y que hay que tener en cuenta que las jornadas de trabajo han cambiado y que el teletrabajo se ha extendido.