EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.
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La Fiscalía Departamental de Cochabamba (Bolivia) ha imputado formalmente a los antiguos superiores de la Compañía de Jesús Marcos Recolons y Ramón Alaix, ambos españoles, por encubrir durante décadas al jesuita valenciano Alfonso Pedrajas, fallecido en 2009, que admitió en un diario secreto haber abusado sexualmente de decenas de niños en varios centros bolivianos de la orden, gracias a la protección de sus superiores, entre 1972 y comienzos de los años 2000. Tanto Recolons (ahora con 81 años) como Alaix (de 83) aparecen citados por Pedrajas como dos de los siete altos cargos de la orden en Bolivia que le ayudaron a eludir las denuncias de sus víctimas. “Tenían la obligación de controlar el funcionamiento de cada una de las obras jesuitas, más aún en la que tenían bajo su cuidado y protección a niños y adolescentes en evidente estado de vulnerabilidad”, aparece en el documento de imputación del ministerio público boliviano al que ha tenido acceso ese periódico. Recolons y Alaix deberán comparecer este jueves 28 en los tribunales de Cochabamba para una audiencia presencial.
El ministerio público ha solicitado medidas cautelares contra los imputados por “peligro de fuga”, “peligro efectivo para las víctimas” y por posible “obstaculización judicial”. Mientras que en España solo los jueces tienen la potestad para imputar a una o varias personas de un delito, el ministerio fiscal boliviano puede hacerlo siempre “que existan suficientes indicios sobre la existencia del hecho y la participación del imputado, debiendo emitir un requerimiento debidamente fundamentado de acuerdo”.
La noticia de la imputación llega casi un año después de que EL PAÍS publicara un reportaje de investigación sobre el diario personal de Pedrajas, al que bautizó como Historia y guardó para que nadie de los jesuitas lo encontrase. En sus más de 300 páginas, este jesuita confesó que, durante décadas, como misionero en Bolivia, abusó de al menos 85 menores mientras era profesor en el internado Juan XXIII de Cochabamba. “Hice daño a demasiados”, es una de sus notas. En el documento también relata que al menos siete de sus superiores, especialmente Alaix y Recolons, y otra decena de clérigos en Bolivia y España conocían sus delitos y le protegieron. Ninguno le denunció ante las autoridades ni impidió que siguiera en contacto con menores. En el reportaje de este periódico, además, aparecieron varias víctimas de Pedrajas que relataron con crudeza las agresiones que sufrieron y cómo la Compañía de Jesús miró hacia otro lado cuando denunciaron lo sucedido.
La publicación del reportaje provocó un terremoto mediático. La Fiscalía abrió una investigación de oficio, y tanto el Ministerio de Educación como el procurador general de Bolivia, Wilfredo Chávez, se personaron como acusación ante los tribunales. La Compañía de Jesús movió ficha: también denunció el caso y apartó a ocho de sus ex altos cargos —entre ellos a Recolons y Alaix—. Todo esto animó a nuevas víctimas a contar su caso, muchas de ellas señalaron a otros clérigos de pederastia. En total, este periódico informó de hasta una decena de sacerdotes acusados de abusos de menores en centros bolivianos. Siete eran españoles. Entre ellos, el arzobispo de La Paz, Alejandro Mestre, y otros jesuitas compañeros de Pedrajas que aparecen citados en su diario, como Lucho Roma o Luis Tó. Este último, trasladado en 1992 por la Compañía de Jesús de España a Bolivia después de ser condenado en Barcelona por abusar de una menor de ocho años.
Experiencias traumáticas
El diario de Pedrajas se ha convertido en la piedra angular de las investigaciones de la Fiscalía de Bolivia, cuya “autenticidad está respaldada por los testimonios de víctimas y el trabajo investigativo realizado en España”, según cita el documento de la imputación. Al menos 15 víctimas han acudido a las autoridades civiles para incluir en esta causa los abusos que sufrieron. El ministerio público boliviano considera que todas ellas aún sienten “temor, impotencia y afectación emocional” y que, por ello, la mayoría han solicitado formar parte de los programas de protección de testigos. “El padre Alfonso Pedrajas me ha tocado todo. Creo que hasta su dedo me ha metido en el ano. Ha sido una de las experiencias más traumáticas que he tenido en mi vida”, aparece en una de las declaraciones.
Muchas de estas denuncias están apoyadas por informes psicológicos redactados por especialistas de la Unidad de Protección a Víctimas y Testigos de la Fiscalía (UPVT). De hecho, una de sus conclusiones generales sobre estas declaraciones es que, “pese al tiempo transcurrido de la comisión de los hechos de agresión sexual, los mismos presentan inestabilidad emocional, afectando actividades cotidianas, presentando desgaste mental, sentimientos de soledad, culpa, remordimiento, preocupación somática y sexual”.
La Fiscalía también subraya la impunidad con la que Pedrajas agredía a los menores, lo que era “un secreto a voces” en varios centros de la orden. “Se ha evidenciado que algunas víctimas de las agresiones sufridas por parte de Alfonso Pedrajas lograron comunicar a los provinciales sobre la conducta desplegada por Alfonso Pedrajas, quienes, no obstante, de tener la obligación de indagar al respecto, ya que se trataban de víctimas menores de edad, no adoptaron ningún tipo de acción de protección”, apunta.
En su diario, Pedrajas describe este encubrimiento de Alaix y Recolons en varias ocasiones. En febrero de 2008, escribe: “Otra reunión-homenaje que estaba planificada en La Paz la suspendimos a última hora. Alguien había insistido en la vieja denuncia a Ramón [Alaix, por entonces provincial de la orden]. Ramón se asustó. Incluso habló de enviarme a España. Lo frené como pude y hasta ahora no me ha dicho nada de lo que se comprometió: hablar con el interesado de nuevo y pedirle perdón”. Sobre esto, la Fiscalía concluye: “Es evidente que Ramón Alaix tuvo pleno conocimiento de los actos que realizaba Alfonso Pedrajas”.
Pero las acusaciones de encubrimiento también están en las denuncias de varias víctimas. Es el caso de la del exjesuita Pedro Lima, que en 2002 acudió a Alaix para denunciar los abusos de Pedrajas y de otros tres sacerdotes —Luis Tó, Antonio Gausset y Carlos Villamil—. Como respuesta, Alaix le expulsó de la orden, aunque con la garantía de que los jesuitas seguirían pagando su formación para que fuera ordenado sacerdote. Pero Lima siguió denunciando la inacción de los jesuitas y, cuenta, Marcos Recolons le llamó por teléfono un año después para anunciarle que los jesuitas dejarían de financiar sus estudios. “Me dijo: ‘No voy a permitir que hables [mal] de mis hermanos”, cuenta.
A diferencia de Alaix, la carrera eclesiástica de Recolons despegó a comienzos de los años 2000. En 2004, el superior general de los jesuitas en Roma, Adolfo Nicolás Pachón, le nombró asistente regional de América Latina y lo elevó a consejero en 2008, cargo que lo situó en la cúpula de poder de la congregación a nivel mundial. Fue en esos años, cuando Pedrajas le hace una visita al Vaticano. Así lo describe en su diario. “Una semana en Roma. Lo más valioso: la amistad de Marcos Recolons”. Según las memorias del pederasta, es durante los últimos años de su vida cuando más denuncias de víctimas llegan ante la cúpula de los jesuitas en Bolivia.
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