La inminente operación militar que prepara Israel contra Rafah, en Gaza, no debe ejecutarse “sin un plan creíble y ejecutable que garantice la seguridad y el apoyo” a los 1,4 millones de personas refugiadas en esta localidad en la frontera con Egipto, ha advertido el presidente de EE UU, Joe Biden, al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, según un comunicado de la Casa Blanca.
Ambos líderes han conversado este domingo por teléfono, en su primer contacto directo desde enero, y tres días después de que en una rueda de prensa, Biden declarara ante los periodistas que Israel “se había pasado” en su guerra en Gaza tras los atentados de la milicia radical palestina Hamás el 7 de octubre. Cerca de 28.000 palestinos han muerto, la mayoría mujeres y niños, en la ofensiva ordenada desde entonces por el Gobierno de Netanyahu.
Aquellos comentarios del presidente estadounidense representan el indicio más reciente de una tensión cada vez mayor entre dos gobiernos que, de puertas para afuera, presumen de excelentes relaciones. La Administración Biden insiste en que comparte con el Gobierno de Netanyahu el objetivo de la seguridad de Israel y la destrucción de Hamás, envía armamento al país aliado y rechaza los llamamientos internacionales para un alto el fuego permanente. Pero en privado, como ha revelado la grabación de una reunión con líderes árabes estadounidenses filtrada a The New York Times, altos cargos de la Casa Blanca califican de “aborrecibles” a representantes del Ejecutivo israelí. La reciente visita del secretario de Estado, Antony Blinken, a Tel Aviv se saldaba sin aparentes progresos en los intentos de moderar las posiciones del gobierno derechista radical israelí.
La conversación telefónica entre Biden y Netanyahu se producía después de que Egipto haya amenazado con suspender su tratado de paz con Israel si las tropas israelíes entran en Rafah, donde se apiña más de la mitad de la población de Gaza, refugiada allí para huir de los bombardeos en el resto de la franja. El Cairo teme que los combates puedan cerrar la principal y precaria ruta para la entrada de ayuda humanitaria en el territorio, y que decenas de miles de palestinos puedan tratar de cruzar la frontera huyendo de las balas. Israel, por su parte, alega que estar en Rafah es imprescindible para consumar su victoria contra Hamás.
En una entrevista concedida a la cadena de televisión conservadora Fox, Netanyahu restaba importancia este domingo a las preocupaciones internacionales. La ONU y las organizaciones humanitarias advierten de un desastre en caso de ataque contra la ciudad fronteriza, el último refugio para la población palestina, y señalan que en torno al 80% de los habitantes de la Franja ya han tenido que dejar su hogar. Pero el primer ministro aseguraba a su entrevistador que queda “un montón de espacio al norte de Rafah para que vayan allí” los refugiados. También, que se informaría a los evacuados “con octavillas, teléfonos móviles, corredores seguros y otras cosas” para que se desplacen.
En la conversación de este domingo entre los dos líderes, Biden, que recibirá este lunes en la Casa Blanca al rey Abdalá II de Jordania, también enfatizó “la necesidad de capitalizar los progresos logrados en las negociaciones para garantizar la liberación de los rehenes” en Gaza “lo antes posible” y reclamó “pasos urgentes y específicos” para aumentar la entrada de ayuda humanitaria en la franja, según la oficina presidencial.
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El presidente estadounidense “reafirmó nuestro compromiso compartido de ver a Hamás derrotado y de garantizar la seguridad a largo plazo de Israel y su pueblo”, según el comunicado emitido por la Casa Blanca. Los dos dirigentes “acordaron mantenerse en estrecho contacto”.
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