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Arabia Saudí ficha al científico español Fernando Maestre, uno de los más citados del mundo | Ciencia

Uno de los científicos más citados del mundo, el ecólogo Fernando Maestre, abandonará España y se trasladará en los próximos días a la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá, en Thuwal (Arabia Saudí), según ha confirmado él mismo a EL PAÍS. Maestre, todavía catedrático de la Universidad de Alicante, es un referente internacional en el estudio de la desertificación y acababa de ganar una ayuda europea de 2,5 millones de euros que tendrá que suspender o rechazar.

Maestre, nacido hace 48 años en el pueblo alicantino de Sax, agradece el apoyo recibido en su universidad, pero señala al sistema científico español como una de las causas de su salida. “No puedo más con la burocracia, las dificultades del día a día, la falta de personal estable, la necesidad de pedir proyectos de financiación continuamente y el papeleo absurdo”, critica. El investigador ha pedido una excedencia de cinco años en la Universidad de Alicante para mudarse con su familia a la península arábiga.

Arabia Saudí fundó en medio del desierto, en 2009, la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá, con un fondo inicial de unos 20.000 millones de euros. Sus recursos son inmensos. Maestre no detalla su salario, “muy competitivo”, pero calcula que tendrá unas 15 veces más dinero para investigar que con la financiación española habitual. El ecólogo tenía en Alicante un equipo de hasta 20 personas, pero él era el único con un contrato estable. Maestre explica que un joven investigador, con el doctorado recién terminado, puede ganar unos 1.500 euros en España, pero en Arabia Saudí recibirá cada mes unos 5.000 euros libres de impuestos, más un billete de avión al año y casa gratis en el campus. Cuatro personas de su equipo en Alicante se irán con Maestre a Thuwal.

“Yo soy ecólogo de desiertos. Irme a estudiar el desierto de verdad, las zonas hiperáridas, es una oportunidad única. Soy consciente de que mucha gente no lo va a entender, pero, en el fondo, es como un viaje en el tiempo. Utilizando un símil un poco burdo, voy a ver cómo puede ser España dentro de 50 años. En Arabia Saudí ya se están enfrentando a retos muy similares a los que nos tendremos que enfrentar nosotros”, reflexiona Maestre, que en 2022 ganó el Premio Nacional de Investigación, concedido por el Ministerio de Ciencia.

La universidad saudí —habitualmente conocida por sus siglas en inglés, KAUST— ha fichado a reputados científicos de todo el mundo. Entre los españoles, destacan el químico Jorge Gascón, que dirige el Centro de Catálisis de la institución; el ingeniero electrónico Mario Lanza, experto en microchips, y la ingeniera técnica industrial Érica Álvarez, que trabaja en un laboratorio de nanomateriales. El campus de KAUST fue el primero de Arabia Saudí en el que convivieron mujeres y hombres, pese a la resistencia de los sectores más fanáticos. El recinto es un oasis en un país con graves incumplimientos de los derechos humanos. Todo está en el campus: las casas de los profesores, las tiendas, las zonas deportivas, los colegios en inglés para los niños y hasta una playa propia. Las mujeres pueden ir en manga corta.

Inauguración del Centro de Cambio Climático de la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá, en Thuwal (Arabia Saudí), en marzo de 2023.KAUST

El príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, presidente del consejo de administración de KAUST, presentó hace cinco meses la nueva estrategia de la universidad, con la prioridad de “transformar la investigación en innovaciones con beneficio económico”. El príncipe, acusado por Estados Unidos del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, proclamó que “el objetivo es convertir la universidad en un faro de conocimiento y una fuente de inspiración e innovación […] para mejorar el Reino y el mundo”.

El oceanógrafo Carlos Duarte, también ganador del Premio Nacional de Investigación en España, fue uno de los primeros en aceptar la oferta de la universidad saudí. Este lunes, Duarte celebró el aniversario de su llegada a la península arábiga compartiendo en sus redes sociales un retrato con el atuendo tradicional, rifle en mano. “La tierra del Reino de Arabia Saudí me ha sumergido en su generosidad y belleza, por eso, al amanecer de mi décimo año aquí, decido sumergirme en su nombre. Me alegra que me llaméis Khaled Al-Andalusi”, publicó Duarte.

Han creado una universidad de la nada, pero a imagen y semejanza de las mejores

Fernando Maestre, ecólogo

La dictadura saudí se ha fijado como objetivo que en el año 2030 al menos cinco de sus universidades figuren entre las 200 primeras del mundo en los rankings. Uno de los caminos para ascender es tener en plantilla a investigadores de la prestigiosa Lista de Científicos Muy Citados, elaborada cada año por la multinacional Clarivate. Algunas instituciones árabes han utilizado un turbio truco: pagar hasta 70.000 euros anuales a científicos extranjeros de esta lista, para que mientan en la base de datos y declaren falsamente que su lugar de trabajo principal es una universidad saudí. Uno de cada 10 expertos españoles muy citados —11 de un total de 112— aceptaron hacer esta trampa por dinero, como reveló EL PAÍS en abril.

Fernando Maestre fue uno de los investigadores que rechazó participar en ese engaño y lo denunció públicamente. Las universidades saudíes que se beneficiaron de esa farsa fueron la Rey Abdulaziz, la Rey Saúd y la de Taif. La estrategia de KAUST es diferente: hacer fichajes reales de científicos de primera línea, ofreciéndoles recursos en abundancia, laboratorios de vanguardia y salarios inimaginables en otros países.

Maestre ya ha visitado KAUST un par de veces en los últimos meses. “Han creado una universidad de la nada, pero a imagen y semejanza de las mejores. Tienen un profesorado de primer nivel mundial. La investigación que están haciendo allí es impresionante. Han puesto a los mejores a trabajar, con recursos y sin todos los problemas burocráticos que tenemos aquí en el día a día. Es un sistema hecho para que la gente dé lo mejor de sí, con libertad para investigar”, afirma.

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By Otilde Pedroza Arredondo

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