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Roger Deakins, director de fotografía ganador de dos premios Oscar: “El secreto de este oficio es que menos es más” | Cultura

La historia es digna de una buena película: a dos jóvenes alumnos de la Escuela de Cine de Barcelona (ECIB), Estefanía Ortiz y Joel Smit, se les ocurre que sería bonito tener en clase nada menos que a sir Roger Deakins (Torquay, Devon, Gran Bretaña, 78 años), uno de los más afamados y solicitados directores de fotografía del mundo y ganador de dos premios Oscar (además de 16 nominaciones), uno en 2018 por Blade Runner 2049, de Denis Villeneuve, la continuación del clásico de Ridley Scott, y otro en 2020 por el filme bélico de Sam Mendes 1917. La escuela les dice que vale, que adelante, que ellos mismos. Lo contactan y Deakins no solo les dice que sí, que viene, sino que se pone a su disposición para lo que quieran. Viaja a Barcelona e imparte varias clases magistrales en la ECIB, interrelaciona con los alumnos, y hasta aprovecha para presentar una de sus películas, su primer largometraje, 1984, dirigido por Michael Radford, en una sesión especial en la Filmoteca de Catalunya el pasado viernes, y su libro de fotos Byways (Damiani Books, 2021) en la librería Finestres (hoy sábado). Además, varias de sus fotos las expone en la galería Villa del Arte. En medio de este verdadero frenesí de actividades, Deakins charló este viernes con EL PAÍS en un aula subterránea de la escuela a la que se accede tras pasar ante un retrato a gran tamaño de las dos niñas muertas de El resplandor, que ya es forma de estimular vocaciones. Junto a Deakins está su inseparable compañera y colaboradora, su esposa James Ellis Deakins. El director de fotografía es un hombre elegante y atractivo, muy expresivo, con mirada de celuloide y un aire a lo Richard Harris en mejorado.

Pregunta. Hace un día precioso en Barcelona, parece que le hayan puesto el set para rodar.

Respuesta. Sí, ayer llovió y está todo muy bonito. Caminamos por las calles mojadas. Era muy cinematográfico. Ahora hay una luz espléndida.

P. En el cine, ¿se crea o se aprovecha la luz?

R. Ambas cosas. Depende de las circunstancias, y de lo que quieres. Muchas veces usas una atmósfera especial que te encuentras, pero si la escena es muy larga la luz ya no es la misma. Entonces la usas como referencia, tratas de reproducir lo que has visto, lo recreas.

P. Usted rodó en sus inicios, además de la vida rural de Devon, varios documentales en África, por no hablar de que luego hizo Las montañas de la luna, de Bob Rafelson, las aventuras de Burton y Speake en pos de las fuentes del Nilo, ¿le atrapó la especial luz africana?

R. Me encanta África, hay muchos lugares allí que me han producido grandes emociones. Para Las montañas de la luna hicimos con Bob mucha exploración a fin de encontrar buenas localizaciones. Fue estupendo, visitamos lugares lejanos e inaccesibles.

P. ¿Algún momento duro?

R. Fuimos al norte de Kenia, cerca de la frontera con Somalia. Nos acompañaban unos guardias keniatas, y se plantaron: “Ya no seguimos, es muy peligroso”. “Pues nosotros sí”, les contestamos. Tuvimos suerte y no pasó nada.

P. ¿Es importante el tema de la película cuando asume un proyecto?

R. Absolutamente, la conexión con la historia es fundamental para mí. No soy un técnico. Formo parte de la interpretación de la historia que rodamos. Siempre lo he considerado así.

P. ¿Cómo se involucra un director de fotografía en la película?

R. Depende de muchas cosas, y del director. Yo hablo mucho con los directores, de cómo visualizamos la historia. Con Villeneuve trabajamos mucho la pre-preproducción, nos metemos en una habitación y hablamos y hablamos.

P. ¿Cómo influyó en la fotografía de la secuela de Blade Runner la impactante estética del original?

R. No nos influyó, había referencias, claro, y estaba Harrison Ford, pero a Denis y a mí no nos preocupaba, teníamos claro que era otra película.

P. Su otro Oscar, 1917, se hizo en una sola toma…

R. Pero no fue un rodaje complicado a pesar de lo que pueda parecer, realizamos mucho trabajo previo y al empezar a rodar sabíamos exactamente como hacerlo.

P. ¿Personas o paisajes, qué prefiere?

R. Las personas, siempre son lo más importante.

P. Es usted una garantía para los actores, los hay que hacen una película porque está usted. ¿Hay alguno con el que le haya gustado especialmente trabajar?

R. Cada actor a su manera requiere una relación. Y he trabajado con tantos de enorme talento… Uno de los que tengo mejor recuerdo es Richard Burton, en la adaptación de 1984. Fue mi primera gran película y Burton era mi ídolo. El actor de El espía que surgió del frío y tantas otras.

P. Es fuerte pensar que usted estaba allí, filmando, en aquella escena en que O’Brian (Burton) tortura a Wilson (John Hurt) poniéndole en la cara la jaula con la rata. La atmósfera era tremenda.

R. Fue muy interesante hacer esa película. Y el reparto ¡Dios mío!

P. ¿Hay una luz Orwell?

R. Es bastante depresiva. Tienes que dar algo muy oscuro y negativo. Pero a la vez queríamos atraer a la audiencia hacia la historia. Era un reto crear belleza de la desesperación.

P. Lo contrario, en términos de luz, sería Fargo

R. Fue muy interesante rodarla, con tanta nieve. El problema mayor era hacer las noches que estaban en el guion. Había que rodar en exteriores y claro, ahí no había luz, y si la ponías rebotaba en la nieve. Decidimos hacer noches muy oscuras y días muy blancos.

P. Por cierto, sorprende que su libro sea de fotos en blanco y negro.

R. Es más sencillo que el color, el color puede los pequeños elementos, la simpleza.

P. ¿Qué le pareció trabajar en El bosque, de M. Night Shyamalan?, con esa restricción de la paleta de colores (el rojo).

R. Me encantó ese guion, tratamos de dar una calidad de irrealidad, surreal.

P. ¿Cuál es el secreto de su oficio?

R. Uno es que menos es más, y otro tener tu propia mirada. La gente hace este trabajo más complicado de lo que es. Todo tiene que venir de ti.

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By Otilde Pedroza Arredondo

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