Hace un año se presentó al mundo un proyecto desconcertante: una multinacional con cuatro ganadores del Nobel a bordo, un presupuesto descomunal —unos 2.700 millones de euros— y un objetivo ambiciosísimo: alargar la vida del ser humano con salud. Durante meses, la compañía, bautizada Altos Labs, fichó en secreto a decenas de los mejores científicos del mundo, ofreciéndoles salarios de más de un millón de euros al año. La empresa, impulsada en la sombra por el multimillonario rusoisraelí Yuri Milner, reclutó en marzo a la bióloga española Pura Muñoz Cánoves, ganadora del Premio Nacional de Investigación y hasta entonces catedrática de la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona.
Muñoz Cánoves, nacida hace 61 años en Miramar (Valencia), ha revelado los mecanismos del envejecimiento y la regeneración del músculo. Su laboratorio español diseñó estrategias que lograron reparar el tejido muscular de ratones viejos, aumentando la autolimpieza de sus células y eliminando las dañadas. En la sede de Altos Labs en San Diego (Estados Unidos), Muñoz Cánoves y sus colegas se centran ahora en un nuevo paradigma: ya no se pretende arreglar lo deteriorado, sino rejuvenecer, literalmente, el cuerpo humano.
Uno de los asesores de la multinacional es el médico japonés Shinya Yamanaka, ganador del Nobel de Medicina en 2012 por descubrir que una célula adulta —de la piel de un dedo, por ejemplo— puede reprogramarse y regresar a un estado embrionario, capaz de convertirse después en cualquier otro tipo de célula, como una neurona del cerebro. El cóctel químico necesario, formado por cuatro moléculas conocidas como factores de Yamanaka, ya ha mostrado su eficacia en ratones, que han vivido un 30% más y con aparentes efectos rejuvenecedores en sus tejidos, según los resultados de experimentos pioneros llevados a cabo por los españoles Juan Carlos Izpisua, Manuel Serrano y María Abad. Altos Labs también ha fichado a estos tres investigadores. Muñoz Cánoves explica sus objetivos en esta entrevista, realizada tras su participación en Madrid en el evento Tendencias 2023, organizado por EL PAÍS.
Pregunta. Un ratón vive tres años, una ardilla puede vivir 25 y el ratopín rasurado supera incluso los 40 años, siendo animales bastante similares. ¿Podemos soñar con multiplicar por 10 la esperanza de vida humana?
Respuesta. Y las ballenas viven 200 años. No sabemos por qué hay especies que tienen una longevidad tan grande y otras tan pequeña. No sé las causas, pero creo que lo que hemos de intentar es vivir mejor. Si aceptamos como premisa cierta que hay un riesgo mayor de enfermedades con el envejecimiento, una nueva rama de la biomedicina centra su interés en mantener joven el organismo, el mayor tiempo posible, para prevenir las enfermedades o que aparezcan lo más tarde posible. Esta también es la premisa de Altos: intentar mantener las células, y los organismos, jóvenes y sanos el mayor tiempo posible. Es un nuevo paradigma que implica prevenir la aparición de enfermedades de manera general y no una a una. La estrategia de Altos es rejuvenecer con reprogramación: intentar volver un poquito atrás el reloj, para retrasar toda la aparición de enfermedades. Es muy incipiente y está lejos todavía de poder llevarse a la práctica.
P. Los expertos estadounidenses Matt Kaeberlein y Brian Kennedy aseguraron en 2009 en la revista Nature que una pastilla para alargar la vida era todavía ciencia ficción. ¿Lo sigue siendo?
R. Yo creo que ya no tanto, han pasado casi 15 años. La nueva filosofía es intentar mantenernos jóvenes para frenar de manera general las enfermedades asociadas al envejecimiento. Es lo contrario a la medicina de precisión, que es muy personalizada. Esto es una medicina generalista: hacer que las células se mantengan jóvenes para que los riesgos asociados al paso del tiempo no aparezcan tan pronto. Pero todavía sigue siendo demasiado temprano.
El nuevo paradigma implica prevenir la aparición de enfermedades de manera general y no una a una
P. ¿Cree posible una pastilla para detener en bloque el cáncer, el alzhéimer y las enfermedades cardiovasculares?
R. No, una pastilla no. Habrá que tratarlas en diferentes frentes. En Altos lo que se intenta es hacer que las células sean más fuertes. Con el paso del tiempo, las células pierden el armamento para frenar el estrés y son más vulnerables. Si con métodos de reprogramación se rejuvenecen, serán capaces de lidiar mejor con el estrés y prevenir las enfermedades. Todavía es muy pronto. Hay que ver cómo reprogramar las células de manera segura.
P. ¿Una inyección?
R. Es que todavía no estamos ahí. Estamos empezando a entender cómo volver un reloj atrás. Matt Kaeberlein y Brian Kennedy decían en 2009 que puede haber una pastilla que nos haga mantenernos jóvenes más tiempo, pero todavía era ciencia ficción. Probablemente se referían a pastillas de rapamicina o metformina, que previenen el envejecimiento. Lo que sigue estando lejos es revertir realmente las enfermedades asociadas con el envejecimiento, retrocediendo el reloj.
P. ¿Revertir el envejecimiento?
R. Revertirlo, sí, pero ya sabemos que esto ha sido posible en experimentos con ratones y en células humanas. Shinya Yamanaka ganó el Nobel por ello. La prueba de concepto, con sus riesgos, está ahí: se puede revertir el envejecimiento. Una célula puede volverse más joven. Yamanaka logró volver al estadío cero embrionario, pero no hace falta regresar ahí. Los experimentos de Juan Carlos Izpisua muestran que pulsos controlados de cuatro factores de Yamanaka en ratones con envejecimiento prematuro ayudaron a que vivieran más y mejoraron la función de sus tejidos y la regeneración en ratones con envejecimiento normal. Eso ya ha ocurrido. Altos está trabajando en maneras de trasladar estos enfoques a los humanos, pero hará falta tiempo.
P. Es posible, conceptualmente, volver atrás en el tiempo las células de un ser humano.
R. Yo no hablaba del ser humano, hablaba de ratones, pero sí, es posible en seres humanos. Altos y otros lo han demostrado en células humanas.
P. En animales, entonces, por el momento.
R. En animales. Esto ya ha ocurrido en un modelo de ratón con progeria [envejecimiento acelerado] y en ratones con envejecimiento normal. La prueba de concepto está ahí: es posible volver atrás un poco en el tiempo. Y esa prueba de concepto te da esperanza de averiguar cómo hacerlo de manera segura. Pero queda un largo camino por recorrer. Altos, como otras empresas, quiere partir de la base de rejuvenecer las células para que estén más sanas, más jóvenes y con mayor resiliencia para enfrentarse mejor a las enfermedades asociadas al paso del tiempo. En el fondo es muy sencillo, pero no ocurrirá mañana.
P. Izpisua anunció en EL PAÍS en marzo de 2022 su intención de rejuvenecer monos reprogramando sus células. Es el paso necesario para saltar del ratón al humano.
R. Sí, pero hay que entender también cómo ocurre. Ahora solo tenemos la prueba de concepto en ratones y en células humanas. No sabemos cómo estos factores provocan que las células retrocedan en el tiempo, pero en Altos estamos centrados en comprenderlo.
P. Los experimentos de Yamanaka fueron hace casi dos décadas.
R. Pero aquello fue volver al día cero, in vitro. Fue volver al estado embrionario. El equipo de Manuel Serrano lo hizo en ratones [en 2013], volver al día cero, pero hubo tumores. Lo de Izpisua es volver un poquito atrás en el tiempo, sin crear daño. Nadie quiere regresar a la etapa embrionaria. ¿Para qué? En ese estado los tejidos no funcionan.
P. El médico israelí Nir Barzilai lleva años buscando financiación para un gran ensayo clínico con miles de personas con el fin de comprobar si la metformina [un fármaco muy utilizado para controlar la cantidad de azúcar en sangre en pacientes con diabetes tipo 2] retrasa las enfermedades del envejecimiento en bloque: cáncer, alzhéimer, cardiovasculares.
R. La metformina y la rapamicina son compuestos que aumentan la longevidad en algunas especies. Y todo va unido: si se prolonga el estado de salud, casi en consecuencia, habrá una mayor longevidad. Son compuestos que prolongan la funcionalidad. En lo que está centrada Altos es en cómo volver atrás el reloj: reprogramar las células para que vuelvan a un estado anterior y recuperen su función. Es una prueba de concepto que ya se ha demostrado, pero está muy lejos de aplicarse. La rapamicina y la metformina se pueden tomar, pero no hay cócteles que puedan administrarse en humanos para intentar revertir el reloj con métodos de reprogramación celular con factores de Yamanaka u otros. Todavía son técnicas de laboratorio.
No sabemos por qué las ballenas viven 200 años, un ratón vive tres y nosotros, 80
P. El libro Morir joven, a los 140 (editorial Paidós), escrito por la bióloga molecular María Blasco y la periodista Mónica Salomone, cuenta que el animal más viejo del mundo es una almeja de Islandia que vivió 507 años. ¿Hay algo biológico que nos impida vivir 507 años?
R. No sabemos por qué las ballenas viven 200 años, un ratón vive tres y nosotros, 80. Quizá entendiendo la biología evolutiva podremos incorporar estrategias naturales de algunas especies y hacerlas nuestras para vivir mejor. Parafraseando a María Blasco, lo que queremos todos es morir jóvenes después de muchos años de vida. Pero todos vamos a morir, porque somos mortales.
P. ¿Usted cree que los 140 años del título de ese libro son alcanzables?
R. Tenemos mejor higiene, vacunas, acceso a la educación, a la sanidad. No va a ser muy complicado para los ya nacidos vivir 100 años, o más de 100 para los que nacen ahora. Pero no sé si serán 120, 130, 140. Rejuvenecer y tirar atrás el reloj es algo muy revolucionario que no va a ocurrir mañana, pero creo que el cúmulo de avances va a generar unas sinergias que harán que vayamos más deprisa de lo que pensamos ahora.
P. Solo una persona ha vivido más de 120 años, la francesa Jeanne Calment (1875-1997).
R. Sí, ahora hay una señora en Cataluña de 116 años [Maria Branyas]. Antes no veíamos enfermedades que ahora son comunes, como el alzhéimer, porque la gente no llegaba a los 80 o los 90 años. Hay enfermedades que hoy desconocemos y que aparecerán cuando sea normal, si es que llega a serlo, pasar de los 100 años.
P. Las enfermedades típicas al tener 120 años.
R. Esas no las conocemos.
Hay enfermedades que hoy desconocemos y que aparecerán cuando sea normal pasar de los 100 años
P. Usted se ha centrado en investigar la regeneración de los músculos. El primero que suele venir a la mente es el bíceps del brazo, pero el corazón que late o el diafragma que permite respirar también son músculos. ¿Por qué sus células dejan de trabajar?
R. Yo me he dedicado a intentar ver cómo reparar el músculo esquelético, que no es tan diferente a cómo reparar otros tejidos. Hay que averiguar por qué funciona mal, intentar repararlo con células madre y formar tejido nuevo. Es como reparar un coche. El nuevo paradigma no es cambiar algo concreto que funciona mal, sino volver atrás para que todo funcione mejor.
P. Si Izpisua y sus colegas chinos tienen éxito y rejuvenecen a monos mediante reprogramación, ¿cómo se podría dar el salto a humanos?
R. Ese trabajo está en sus comienzos y quedan años y mucho por conocer antes de que sea posible dar el salto a los humanos.
P. Un prometedor tratamiento experimental contra el cáncer se puede probar en pacientes moribundos que no tienen otra alternativa, pero ¿cómo se podría probar en personas sanas un tratamiento para no envejecer?
R. La misión de Altos se centra en revertir las enfermedades y no en el antienvejecimiento por sí mismo. En personas, los mecanismos de volver atrás el reloj no van a ser una pastilla en pocos años. Primero hay que saber cómo funcionan y prevenir efectos secundarios. Hasta que no sepamos cómo ocurre y qué riesgos tiene, seguramente no se podrá administrar.
Los ratones están mucho mejor cuando comen lo mismo, pero en solo ocho horas
P. ¿Usted toma rapamicina o metformina?
R. Conozco a gente que lo toma de manera amateur, pero yo no.
P. ¿Y hace restricción calórica?
R. En mi laboratorio sí hemos trabajado con la restricción calórica en ratones y funciona. Vemos que su envejecimiento muscular es mejor que el de sus homólogos que comen ad libitum. También hemos estudiado la alimentación con restricción horaria: comer lo mismo, pero en solo ocho horas. Vemos que los ratones están mucho mejor, tienen mejor autofagia [autolimpieza de las células] y mejor ritmo circadiano, que todos perdemos durante el envejecimiento. El ritmo impuesto por la comida —por el horario de la comida, no tanto por comer menos— hace que estas funciones estén más definidas. Estamos viendo efectos beneficiosos. La musculatura de los ratones está mejor cuando comen durante varios meses a una hora determinada. Hemos visto que sus músculos parecen de ratones más jóvenes.
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