Los microplásticos son pequeñas partículas de plástico con dimensiones entre un nanómetro (para que te hagas una idea, un cabello humano tiene aproximadamente 60.000 nanómetros de espesor) y cinco milímetros (un grano de arroz largo mide 6 milímetros). Y sí, dentro de esta definición caben diferentes categorías. Los clasificamos en función de su origen o de sus propiedades físicas, tamaño, forma o composición.
Si nos fijamos en su origen tenemos dos tipos, los primarios y los secundarios. Los primarios son aquellos que se han diseñado y fabricado para ser de ese pequeño tamaño, es decir, que se han ideado ya como microplásticos. En esta categoría están, por ejemplo, las pequeñas esferas de plástico que se ponían en los exfoliantes o las esferas o cilindros de plástico de 2 a 4 milímetros que se producen como la materia prima que se usa para crear los objetos grandes de plástico y que se llaman pellets. Los secundarios son los que resultan de la degradación de objetos más grandes: envases, bolsas, botellas, etc. Estos se forman en el medio ambiente por la degradación física o química del plástico causada por los rayos ultravioleta del Sol, el viento, las olas y el resto de factores ambientales.
Por el tamaño tenemos los microplásticos más pequeños, entre los que están las microesferas de los exfoliantes, por ejemplo, y los más grandes que pueden llegar a tener un diámetro de 5 milímetros. Por la forma se pueden clasificar en esferas, cilindros o fragmentos que son más irregulares como los procedentes de la degradación de objetos más grandes, las fibras de textiles que suelta la lavadora cuando hacemos la colada, las fibras que se desprenden de las redes de pesca o la espuma del poliestileno.
Otra clasificación es la que hacemos por el tipo de plástico: el tipo de polímero con el que está fabricado y los aditivos que se le han añadido para que el plástico tenga unas propiedades determinadas, mayor flexibilidad, mayor resistencia, más aguante a la temperatura, etc. Ahí tenemos muchísimos: el polietileno que es el de las bolsas de plástico, el polipropileno de los envases y textiles, el poliestireno que es esta espuma para envolver objetos, el pvc de las tuberías, etc. Además de todos los posibles aditivos que se le añaden. Y que son los verdaderamente contaminantes en el medio ambiente.
Una vez que el plástico entra en el medio ambiente, esos aditivos pueden transferirse al sistema y eso es lo que puede causar la toxicidad porque el polímero en sí no es contaminante. A lo que llamamos microplástico es a esa asociación de polímero con aditivos, por eso consideramos los microplásticos como contaminantes tóxicos.
La llamada de alerta sobre los microplásticos surgió de investigaciones sobre la contaminación ambiental. Investigadoras e investigadores observaron que cuando recogían muestras encontraban muchas partículas de plásticos, en una cantidad enorme y que además se trataba de partículas muy resistentes que se iban acumulando. El término es muy reciente y procede de un artículo del investigador británico Richard Thompson publicado en 2004 en la revista Science.
Los microplásticos generan diferentes problemas. Yo trabajo en oceanografía investigando cómo es el movimiento de estas partículas, como es su transporte, así que los riesgos los conozco más para los organismos marinos. Con ellos hay riesgos físicos y químicos, por ejemplo de estrangulamiento cuando los ingieren, pero también la ingesta puede afectar al comportamiento, a la reproducción y al crecimiento. Y según el tipo de especie y el tipo de plástico puede ser más o menos grave. Pero además de este riesgo biológico y ecológico, tienen efectos sociológicos y económicos. Por ejemplo, piensa en una playa llena de basura compuesta por microplásticos que puede disuadir el turismo.
Isabel Jalón es investigadora en el centro EPOC (Environnements et Paléoenvironnements Océaniques et Continentaux) de la Universidad de Burdeos (Francia).
Pregunta enviada vía email por Pia Inaraja
Coordinación y redacción: Victoria Toro
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